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domingo, 22 de abril de 2012

Tipos de texto

Extraído del sitio: http://ar.kalipedia.com/lengua-castellana

En un texto la información puede presentarse de diversas formas:

Como un conjunto de hechos reales o ficticios que se suceden en el tiempo. Ejemplo:

Ayer estuve en el cine con mis amigas; luego fuimos a merendar.

Esta forma de presentar los hechos es una narración.

Como un conjunto de rasgos que caracterizan a un ser, un objeto, un lugar... Ejemplo:

Mis amigas son unas chicas muy simpáticas.

Este modo de presentar la información es una descripción.

Como una explicación de hechos, ideas o fenómenos. Ejemplo:

El cine fue inventado por los hermanos Lumière.

Esta manera de presentar la información constituye una exposición.

Como un conjunto de razonamientos que conducen a alguna conclusión. Ejemplo:

Tienes que darte prisa porque se acaba el tiempo.

Este modo de presentar la información es una argumentación.

Como una conversación. La información se presenta en este caso como un diálogo.

Narración, descripción, exposición, argumentación y diálogo pueden dar lugar a distintos tipos de textos. Pero lo más habitual es que se presenten como partes o secuencias de un texto. Así, en un mismo texto informativo pueden aparecer secuencias narrativas, descriptivas o argumentativas.

Estructura de la narración

Una narración es el relato de unos hechos reales o imaginarios que les suceden a unos personajes. Así pues, cuando contamos algo que nos ha sucedido o hemos imaginado tenemos que hacerlo según una estructura o «esqueleto» sobre el que se va montando todo lo que sucede en el relato.
Las buenas narraciones suelen presentar los hechos de modo que se capte y mantenga la atención de los destinatarios. En su forma más típica, las narraciones se estructuran de una manera bastante sencilla.
El marco narrativo es la primera parte del relato. En él se sitúan espacial y temporalmente los hechos, se presenta a los personajes que van a protagonizar la historia y se expone la situación inicial, que generalmente es una situación de equilibrio.
El acontecimiento inicial es el hecho que rompe el equilibrio original y desencadena el conflicto que dará lugar a la acción.
Las acciones son las distintas actuaciones que los personajes llevan a cabo para resolver el conflicto planteado.
La solución supone el paso a una situación final, es decir, a una nueva situación a la que se llega como consecuencia de las acciones de los personajes.
Una buena narración ha de ser dinámica y mantener el interés del lector. Por eso es preciso realizar varias tareas: seleccionar los hechos que se narran -no hay que contarlo todo-; caracterizar adecuadamente a los personajes que intervienen, prestando mucha atención a los diálogos; ambientar los hechos en el tiempo y el espacio de manera que resulten verosímiles; y presentar las acciones de forma ordenada y progresiva.
Para elaborar una narración es necesario, en primer lugar, tener claro el tema: la historia de un asesinato, la conquista del Polo Norte, un viaje al futuro... A partir de ahí, el autor diseña a sus personajes, elige los escenarios y traza un plan general de la obra: imagina los hechos y circunstancias más importantes y crea un «esqueleto argumental» que irá completando a lo largo del proceso de escritura.
El inicio es fundamental en toda narración. De él depende que el lector siga leyendo y se interese por la obra. Tras él se desarrollan los distintos episodios que forman la trama.
El final de la narración es también muy importante. En él se produce el desenlace de la acción. Puede ser abierto o cerrado, previsible o sorprendente, pero siempre ha de resultar verosímil.

Elementos principales en la narración

El narrador es quien selecciona los hechos y los presenta de un modo determinado según el propósito que persiga. Él es, además, el que marca el tono de la narración, ordena los hechos, caracteriza a los personajes y guía, en suma, el transcurso de la acción.
La acción constituye la trama narrativa, compuesta por los hechos tal y como los presenta el narrador.
Los personajes son los seres (generalmente personas, reales o ficticias, pero a veces también animales u objetos personificados) que ejecutan los hechos que se narran. Podemos clasificar a los personajes en principales y secundarios. Y entre los personajes principales distinguimos a aquel que lleva el peso de la acción, denominado protagonista, y al personaje que se opone al protagonista, llamado antagonista.
El espacio y el tiempo en los que se inserta la narración constituyen el marco narrativo. Este marco siempre está presente, aunque a veces el narrador opta por situar la acción en un lugar y en un tiempo indeterminados.

Tipos de narrador

En los textos narrativos, el autor cuenta los hechos a través de la voz del narrador. El narrador es quien relata los hechos y los presenta del modo que mejor se adapte a sus intenciones. Él es, además, el que marca el tono de la narración, ordena los hechos, caracteriza a los personajes y guía, en suma, el transcurso de la acción.
El narrador puede adoptar distintos puntos de vista y contar la historia en primera o en tercera persona. Ello nos permite reconocer dos tipos de narraciones:

Narración en primera persona. El narrador, llamado narrador interno, participa, como protagonista o como testigo, en los acontecimientos que relata. Ejemplo:

Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven. Sé que salías de un café de la rue du Cherche-Midi y que nos hablamos. Esa tarde todo anduvo mal, porque mis costumbres argentinas me prohibían cruzar continuamente de una vereda a otra para mirar las cosas más insignificantes en las vitrinas apenas iluminadas de unas calles que ya no recuerdo.

Rayuela, Julio Cortázar

Cuando el narrador es a la vez el personaje protagonista, hablamos de relato autobiográfico. Las memorias y el diario son ejemplos de relatos autobiográficos. Si el autor narra su propia vida, se trata de una autobiografía real, y es ficticia cuando el autor presenta al narrador como protagonista.

Narración en tercera persona. El narrador, llamado narrador externo, no participa en los hechos que relata. Es el más común; cuenta todo lo que les sucede a los personajes, como en el ejemplo que aparece a continuación. Ejemplo:

El tío Lucas era más feo que Picio. Lo había sido toda su vida, y ya tenía cerca de cuarenta años. Sin embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá echado Dios al mundo. Prendado de su viveza, de su ingenio y de su gracia, el difunto Obispo se lo pidió a sus padres, que eran pastores, no de almas, sino de verdaderas ovejas. Muerto Su Ilustrísima, y dejado que hubo el mozo el Seminario por el Cuartel, distinguiole entre todo su Ejército el General Caro, y lo hizo su Ordenanza más íntimo, su verdadero criado de campaña. Cumplido, en fin, el empeño militar, fuele tan fácil al tío Lucas rendir el corazón de la señá Frasquita, como fácil le había sido captarse el aprecio del General y del Prelado.

La desheredada, Benito Pérez Galdós

En algunos casos, el narrador en tercera persona conoce todo sobre sus personajes: lo que hacen, lo que sienten, lo que piensan...; decimos entonces que es un narrador omnisciente (omnisciente significa «que todo lo sabe»). Ejemplo:

Pero Isidora, para quien aquel espectáculo, además de ser enteramente nuevo, tenía particulares seducciones, vio algo más de lo que vemos todos. Era la realización súbita de un presentimiento. Tanta grandeza no le era desconocida. Había soñado, la había visto, como ven los místicos el cielo antes de morirse.

La desheredada, Benito Pérez Galdós

En otros casos, el narrador solamente cuenta lo que estos personajes hacen o dicen, sin adentrarse en su interior.

La acción

El conjunto de acontecimientos que se narran constituyen la acción o trama narrativa. Esos acontecimientos se producen en un lugar y en un tiempo generalmente determinados. El narrador puede contar esos hechos en un orden cronológico, como ocurre generalmente en los cuentos. Pero también puede romper ese orden anticipando sucesos que ocurrieron más tarde o dando un salto atrás en el tiempo para remontarse a hechos lejanos.
El narrador puede contar los hechos tal y como se han ido produciendo, de principio a fin, o alterar el orden de los acontecimientos dando un salto temporal hacia el pasado o hacia el futuro. Según esto, podemos distinguir varias formas de ordenación temporal:

El desarrollo lineal. La narración va presentando los acontecimientos en orden cronológico, desde los más antiguos a los más recientes. Los cuentos tradicionales, por ejemplo, suelen presentar esta organización.

La anticipación. Es una ruptura del orden temporal que consiste en adelantar acontecimientos y anunciar hechos que se producirán más tarde. En el siguiente fragmento, el enunciado destacado constituye una anticipación:

En mala hora siguió el rey los consejos de Hagen. Los aguerridos caballeros se aprestaron a ejecutar su alevoso plan sin que nadie lo descubriera. La querella de las dos mujeres iba a causar la muerte de más de un héroe.

Cantar de los nibelungos

La retrospección. Es otra ruptura del orden cronológico, consistente en retroceder en el tiempo (dar un salto atrás) para contar hechos anteriores al momento en que se sitúa la historia. Así ocurre en la novela policíaca, en la que es frecuente comenzar con un crimen para, a continuación, reconstruir los acontecimientos que lo precedieron. Veamos un ejemplo de retrospección:

Como unas dos horas antes de la entrevista de que hemos hablado en el capítulo anterior, despertábase Guillermo Sikes, que acababa de echar un sueño, y preguntaba qué hora era.

Oliver Twist, Charles Dickens

Los personajes

Son los seres que llevan a cabo la acción. El lector los conoce por la descripción que el narrador hace de ellos, por sus actitudes, por lo que hacen y dicen. Generalmente son personas, reales o ficticias, pero a veces también pueden ser animales u objetos personificados. Ejemplo:

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

La oveja negra, Augusto Monterroso

Según su importancia en el desarrollo de la acción, los personajes pueden ser principales o secundarios. Entre los primeros destacan el protagonista, que es quien lleva el peso de la acción, y el antagonista, que se opone a él.
Según el grado de profundidad psicológica con que se presentan, los personajes pueden ser planos o redondos:
Los personajes planos no cambian a lo largo de la obra y responden a un esquema de conducta previo. Los personajes de los cuentos tradicionales, por ejemplo, suelen estar construidos como personajes planos que con frecuencia encarnan una virtud, un defecto o una cualidad.
Los personajes redondos, en cambio, poseen características individuales y evolucionan a lo largo del relato; son seres de complejidad psicológica que se acaban pareciendo a los reales. Los personajes más importantes de las novelas suelen ser de este tipo.

El tiempo

En los textos narrativos, la información se dispone según un orden temporal. El relato puede presentar los hechos que se cuentan reflejando con fidelidad el orden en que estos se suceden, de modo que se presenten al principio los acontecimientos más remotos y al final los más recientes. En este caso decimos que la narración presenta un desarrollo lineal. Los cuentos tradicionales, por ejemplo, suelen presentar esta organización.

Érase una vez un molinero que, junto a su mujer, llevaba una vida dichosa. Poseían dinero y bienes, y su prosperidad aumentaba de año en año. Pero el infortunio viene de la noche a la mañana, pues así como antes su riqueza había aumentado, ahora disminuía de año en año, hasta que al final el molinero apenas pudo considerar como propio el molino en que vivía.

Cuentos, Jacob Grimm y Wilhelm Grimm

Para expresar el tiempo en la narración, se emplean los tiempos verbales y los indicadores de tiempo:
Los tiempos verbales. Puesto que la narración tiene por objeto contar hechos reales o ficticios, en los textos narrativos desempeñan un papel fundamental las palabras que expresan acciones, es decir, los verbos. Y puesto que generalmente se cuentan hechos ya pasados, lo habitual es que en la narración encontremos verbos en pasado, sobre todo en pretérito perfecto simple (esperó, demoró, compartió, inquietó...) o en pretérito imperfecto de indicativo (vivía, era, llegaba, detestaba...).
Los indicadores de tiempo. El transcurso del tiempo y la simultaneidad o la sucesión de las acciones se marca también con adverbios (mientras, entonces, antes, después) y otras expresiones que tienen un marcado carácter temporal (por fin, al cabo de un rato, al día siguiente...). Ejemplo:

Mientras esperaba a su amigo, Ana decidió refugiarse en el portal. Al poco rato, vio que alguien se acercaba.

El espacio

Los acontecimientos de la narración siempre suceden en algún lugar. Muchas veces se puede deducir el sitio donde ocurre la acción sin necesidad de que sea especificado por parte del narrador. Ejemplo:

La azafata tiraba de su maleta con agilidad cuando de repente vio a su ex marido ir hacia la puerta de embarque.

En el texto anterior, se puede deducir que el lugar del encuentro es un aeropuerto. En caso de que la localización no esté indicada, por muy abstracta que sea, el lector siempre puede recurrir a su imaginación.
Para algunos autores el espacio de la narración puede tener una gran importancia. De hecho, hay novelas que están dedicadas a un lugar concreto, y hacen, por tanto, del espacio literario el protagonista de la historia. Por ejemplo, en Volverás a Región de Juan Benet, Región es el lugar donde sucede la historia. Se trata de un espacio enigmático que adquiere protagonismo y cobra un gran poder simbólico a la hora de interpretar el desarrollo de la acción.

Descripción

Fases de la descripción

Describir consiste en presentar las partes o los rasgos característicos de seres, lugares, ambientes, objetos, sentimientos o fenómenos. Podemos encontrar descripciones en los textos literarios, en los manuales de instrucciones, en los folletos turísticos, en los anuncios por palabras...
Toda descripción se basa en destacar determinadas cualidades o propiedades de una realidad. Por eso, para hacer una descripción es preciso observar minuciosamente la realidad que queremos describir y seleccionar aquellos rasgos característicos que la definen y que nos interesa resaltar. También habrá que ordenar los elementos seleccionados de acuerdo con un criterio preciso (de arriba abajo, de izquierda a derecha, del primer plano al fondo...); y será necesario elaborar la descripción con exactitud y expresividad.
Por tanto, la realización de una descripción exige seguir una serie de pasos o fases, entre los que destacan los siguientes:
La observación minuciosa del objeto que se va a describir.
La selección de los rasgos característicos que distinguen a ese objeto: su forma, su color, su tamaño, sus constituyentes...
La disposición de los elementos seleccionados: de arriba abajo, de derecha a izquierda, de lo anterior a lo posterior...
La redacción de la descripción, siempre de acuerdo con los objetivos que se busquen: exactitud, expresividad...

Recursos de la descripción

Para realizar una descripción, contamos con diversos recursos de carácter lingüístico. Estos son los principales:
La adjetivación. Los adjetivos expresan las cualidades o estados de los objetos a que se refieren. Ejemplo:

Era Yurrumendi un hombre enorme, con la espalda ancha, el abdomen abultado, las manos grandísimas...

Las comparaciones o las metáforas. Para presentar gráficamente el objeto, se emplean comparaciones o metáforas, que sugieren nuevos aspectos de la realidad descrita. Ejemplo:

 ... una chaqueta de paño negra, fuerte, que debía de estar calafateada como una gabarra.

Tipos de descripción

Descripción exhaustiva y descripción selectiva
Según los rasgos de la realidad que el emisor seleccione, la descripción puede ser exhaustiva o selectiva.

La descripción exhaustiva refleja de forma detallada y meticulosa todos los rasgos de la realidad que se quiere representar, mostrándola a veces desde puntos de vista distintos. Esta forma de descripción es propia de los textos científicos y técnicos. Ejemplo:

albaricoque [...] Fruta parecida al melocotón, pero de menor tamaño, con piel de color amarillento y de superficie lisa, pulpa dulce y aromática y semilla en forma de hueso acorazonado del que se extrae un aceite semejante al de las almendras.

Diccionario del español actual, Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos

La descripción selectiva presenta solo los rasgos más significativos o expresivos de la realidad descrita. Ejemplo:

Asomaban los albaricoques entre el follaje como rosadas mejillas de niño.

La barraca,Vicente Blasco Ibáñez.

Descripción estática y descripción dinámica
Según el tratamiento que el emisor dé a la realidad que describe, la descripción puede ser estática o dinámica.

La descripción estática presenta una realidad fija, estable. Ejemplo:

España es abondada de mieses, deleitosa de fructas, viciosa de pescados, sabrosa de leche et de todas las cosas que se della facen; llena de venados et de caça, cubierta de ganados, loçana de caballos, provechosa de mulos, segura et abatida de castiellos, alegre por buenos vinos, folgada de abondamiento de pan; rica en metales, de plomo, de estaño, de argent vivo, de fierro, de arambre, de plata, de oro, de piedras preciosas, de toda manera de piedra de mármol, de sales de mar et de salinas de tierra de sal en peñas, et dotros mineros muchos.

Crónica general de España, Alfonso X El Sabio.

La descripción dinámica presenta una realidad cambiante. Ejemplo:

Entonces, empujando una gruesa línea de nubes plomizas que negreaba en el horizonte, un viento frío y húmedo empezó a soplar desde el este.

El capitán Alatriste, Arturo Pérez Reverte.

Descripción objetiva y descripción subjetiva
Según la intención comunicativa del emisor, la descripción puede ser objetiva o subjetiva.

La descripción objetiva es propia de los textos científicos y técnicos. Tiene una finalidad informativa: pretende mostrar la realidad tal como es. En ella, el emisor se limita a reflejar lo que ve de una manera minuciosa y precisa, sin manifestar sus propios sentimientos o emociones. Este tipo de descripción utiliza un lenguaje objetivo y riguroso. Ejemplo:

El refranero es un libro en el que se recogen refranes, máximas, aforismos, etc.

La descripción subjetiva es propia de los textos literarios. Tiene una finalidad estética. El emisor no se preocupa tanto de reflejar la realidad como de dar cuenta de los efectos que esa realidad produce en su ánimo; por eso, la descripción pierde en minuciosidad y exactitud y se llena de valoraciones personales que transmiten al receptor las emociones y sentimientos de quien hace la descripción. Ejemplo:

Hay en ella un sosiego, una paz exterior, que puede provenir de frialdad de espíritu y de corazón, de estar muy sobre sí y de calcularlo todo, sintiendo poco o nada, y pudiera provenir también de otras prendas que hubiera en su alma; de la tranquilidad de su conciencia, de la pureza de sus aspiraciones y del pensamiento de cumplir en esta vida con los deberes que la sociedad impone, fijando la mente, como término, en esperanzas más altas.

Pepita Jiménez, Juan Valera.

El retrato

Un tipo de descripción especialmente frecuente en la literatura es el retrato, por medio del cual se presentan los rasgos característicos de las personas. En el retrato se combinan a menudo la prosopografía y la etopeya.
Cuando la descripción se centra en la apariencia externa de una persona -sus rasgos físicos, su indumentaria-, recibe el nombre de prosopografía. Este tipo de descripción tan visual ha estado siempre muy ligada a las técnicas pictóricas, pues en ambos casos se apela a los sentidos del receptor, ya sea lector o espectador. Ejemplo:

Era un hombre pacífico, suave, moroso, muy sentimental, muy tierno de corazón, maniático de la música y de las historias maravillosas, buen parroquiano del gabinete de lectura de alquiler que había en el pueblo. Era guapo a lo romántico, de estatura regular, rostro ovalado pálido, de hermosa cabellera castaña, fina y con bucles, pie pequeño, buena pierna, esbelto, delgado, y vestía bien, sin afectación, su ropa humilde, no del todo mal cortada.

Su único hijo, Leopoldo Alas, Clarín

Cuando la descripción se centra en las costumbres, la personalidad, los sentimientos o las ideas de una persona, hablamos de etopeya.

El punto de vista de la descripción

Los tonos de la descripción

La descripción tiene que ser viva y estar próxima a la realidad. Para ello hay que observar el mayor número de detalles posible y destacar los que llamen más la atención en el receptor, porque sean llamativos, enérgicos o tengan algún tipo de significación en el texto. También es común adoptar un punto de vista propio en función de lo que se quiere reflejar; así se hará con más eficacia. El punto de vista puede cambiar según la perspectiva con que el autor decide mirar la obra, desde un objetivismo puro hasta los enfoques más subjetivos. Antes de escribir un retrato de un personaje, el escritor decide qué tono adoptará en él; por ejemplo, un tono serio o un tono burlón. Así se pueden exagerar mucho los rasgos de una persona, con intención satírica o humorística, para que el retrato pase a ser una caricatura.
Si el autor intenta describir la realidad tal como se presenta, nos encontramos ante una descripción realista. Ejemplo:

El gabinete de lectura, que también servía de biblioteca, era estrecho y no muy largo. En medio había una mesa oblonga cubierta de bayeta verde y rodeada de sillones de terciopelo de Utrecht.

La Regenta, Leopoldo Alas, Clarín

Si el autor selecciona los aspectos positivos de la realidad con el ánimo de ennoblecer lo descrito, hablamos de descripción idealizadora. Esta forma de descripción es frecuente en los panegíricos o discursos en alabanza de una persona. Ejemplo:

Tu aliento es el aliento de las flores,
tu voz es de los cisnes la armonía;
es tu mirada el esplendor del día
y el color de la rosa es tu color.

Rimas, Gustavo Adolfo Bécquer

Si el autor intenta rebajar lo descrito destacando sus aspectos negativos, la descripción es degradante. Las caricaturas y las sátiras se basan en este tipo de descripción. Ejemplo:

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;
era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era;
érase un naricísimo infinito
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.

A un hombre de gran nariz, Francisco de Quevedo.

Ordenar la información. El orden espacial

En la descripción, los elementos que integran la información pueden aparecer relacionados en el espacio: se sitúan unos al lado de otros, o encima de otros o detrás de otros, o bien constituyen partes de un todo. La información se organiza, pues, en estos casos según un orden espacial. Ejemplo:

Esa fotografía siempre le había gustado. En primer plano, se veía un riachuelo; detrás, una pequeña floresta; al fondo, surgía el perfil majestuoso de la cordillera.

La descripción es más efectiva cuando los datos se organizan siguiendo un orden determinado: de lo general a lo particular o de lo particular a lo general; de izquierda a derecha o de derecha a izquierda; del interior al exterior o del exterior al interior...
Antes de hacer una descripción hay que observar atentamente la realidad que queremos describir y seleccionar los elementos más importantes. Por ejemplo, si se trata de describir una casa, debemos fijarnos en la forma exterior, la distribución en habitaciones, el mobiliario, etc.
Una vez seleccionados los datos, hay que presentarlos en un orden determinado. Se pueden seguir distintos criterios. Por ejemplo:

De dentro afuera (o a la inversa). Ejemplo:

En el interior de la casa, todo estaba a oscuras; fuera, las últimas luces del día permitían aún reconocer la forma de los objetos.

Del primer plano al fondo (o a la inversa). Ejemplo:

En el primer plano, se veía a los alumnos, alineados; al fondo estaban los padres.

De izquierda a derecha (o a la inversa). Ejemplo:

A la izquierda, se amontonaban los seguidores del equipo local; en el lado derecho, los hinchas del equipo visitante.

En la descripción es frecuente el uso de comparaciones expresivas. Ejemplo:

La chimenea ofrecía un aspecto siniestro, como una boca enorme y hambrienta incrustada en la pared.

La exposición

Características de la exposición

La exposición es un tipo de discurso cuyo fin primordial es transmitir información. Es una de las manifestaciones de expresión propias de los textos didácticos. Esta finalidad se puede concretar de formas muy distintas, ya sea en lengua oral o escrita: son exposiciones el artículo especializado en el que un científico da a conocer sus descubrimientos, la noticia periodística mediante la cual esos mismos descubrimientos se divulgan, el ejercicio de examen en el que un alumno desarrolla un tema propuesto o la explicación oral que un guía realiza mientras enseña un museo a un grupo de turistas. En cualquiera de esos casos el emisor debe tener un conocimiento profundo del tema que trate. Veamos un ejemplo de texto expositivo:

Kafka, Franz (Praga 1883-Viena 1924). Escritor checo en lengua alemana. Llevó una oscura existencia trabajando de burócrata en Praga hasta que enfermó gravemente de tuberculosis, dolencia que le causó la muerte. Sus obras, que en su gran mayoría permanecieron inéditas hasta después de su fallecimiento, describen un universo angustioso y opresivo en que el individuo se halla solo e impotente.

Enciclopedia Santillana

Para que el propósito informativo característico de la exposición se cumpla de manera satisfactoria, el texto expositivo debe reunir una serie de cualidades, entre las que se cuentan la claridad, el orden y la objetividad. Todo texto expositivo, en efecto, debe presentar sus contenidos de forma comprensible para el interlocutor (claridad), organizados según un determinado criterio (orden) y sin valoraciones personales injustificadas (objetividad).

Los elementos de la exposición

El discurso expositivo tiene lugar en una situación de comunicación que viene determinada por tres elementos: el emisor, el receptor y la relación que se establece entre ellos.
El emisor ha de poseer unos conocimientos suficientes acerca del tema de la exposición y la voluntad de transmitir esos conocimientos de una manera objetiva y, a la vez, comprensible para su potencial receptor.
El receptor puede ser un experto en la materia, ignorarla por completo o poseer algunos conocimientos sobre ella. De este nivel de conocimientos dependerá el objetivo con el que se acerque al texto: encontrar una información inicial sobre un tema, ampliar lo que ya sabe o acceder a las últimas investigaciones de la disciplina en la que es un especialista.
La relación entre emisor y receptor es básica para que la información se transmita de una manera efectiva. El emisor ha de adaptar su exposición al tipo de receptor al que va a dirigirse: solo así conseguirá dar a su intervención el nivel y el tono adecuados.

Ordenar la información en el párrafo

La información se puede ordenar en el párrafo según distintas estructuras:

Estructura deductiva. La idea principal se enuncia al principio, y a continuación se explica, se demuestra o se desarrolla. Ejemplo:

Los avances científicos son sumamente beneficiosos para la humanidad. En primer lugar, porque permiten combatir numerosas enfermedades. Y, en segundo lugar, porque hacen más cómoda nuestra existencia.

Estructura inductiva. La información más relevante se expone al final del párrafo y se presenta como conclusión de lo dicho anteriormente. Ejemplo:

Los avances científicos permiten combatir numerosas enfermedades. Por otra parte, hacen más cómoda nuestra existencia. Podemos concluir, pues, que el desarrollo de la ciencia es sumamente beneficioso para la humanidad.

Estructura paralela. El párrafo se organiza como una sucesión de ideas que no quedan subordinadas unas a otras. Ejemplo:

Los avances científicos permiten combatir numerosas enfermedades. Por otra parte, hacen más cómoda nuestra existencia. Además, nos permiten soñar con un futuro en el que el ser humano será dueño absoluto de su destino.

Recursos lingüísticos de la exposición

Según la forma que adopta la exposición se usan unos conectores específicos:
En las exposiciones en forma narrativa predominan los conectores temporales u ordinales (primero, después, por último...).
En las exposiciones en forma descriptiva abundan los conectores espaciales (delante, arriba...), los de contraste (a diferencia de, por el contrario...) y los distributivos (por una parte, por otra parte...).
Las exposiciones en forma argumentativa presentan como conectores característicos los de causa-efecto (porque, de manera que...).

Clases de exposición

Clasificación textual de la exposición

La palabra exponer remite, entre otras cosas, a la idea de explicar algo o hablar de algo para que los demás lo conozcan. Así pues, podemos definir la exposición como el tipo de discurso que tiene por objeto transmitir información. Claridad, orden y objetividad son las principales características de la prosa expositiva.

La exposición en forma narrativa. Cuando el tema que se va a exponer implica un desarrollo temporal, la exposición se realiza en forma narrativa. Ejemplo:

Las avanzadas de la 3.ª División Acorazada americana iniciaron el ataque contra el puesto de mando adelantado de Koechling (general alemán encargado de la defensa de Colonia), a unos trece kilómetros al norte de Colonia. El general alemán observó los restos de la 9.ª «Panzer», desbordados por el avance de los tanques americanos, y al fin se vio obligado a evacuar su propio puesto de mando.

La exposición en forma descriptiva. La forma descriptiva es típica de las exposiciones que se centran en la caracterización de una determinada realidad que se presenta ante el receptor; también es frecuente en las clasificaciones o comparaciones. Ejemplo:

El clima continental se caracteriza por tener veranos muy calurosos y húmedos e inviernos muy fríos, a diferencia del clima mediterráneo, en el cual los veranos son cálidos y secos y los inviernos suaves.

La exposición en forma argumentativa. La exposición en forma argumentativa se distingue por el análisis razonado del tema, que lleva a establecer relaciones de tipo causal. Ejemplo:

La ampliación del comercio internacional y la mejora de los mecanismos financieros hicieron que en el siglo XVIII la economía pasara a estar controlada por la burguesía.

Clasificación temática de la exposición

Los textos expositivos también se pueden clasificar según su temática:

Modalidades de exposición. Características

Científica             Tema especializado. Exige orden, rigor y precisión.
Didáctica             Temas de conocimiento. Precisa orden, claridad y exactitud.
Divulgativa         Está dirigida al público en general. Trata temas de interés y tiene un estilo sencillo y claro.
Humanística       Exige análisis reflexivo, orden, claridad y desarrollo dialéctico.
Periodística        Presidida por un dominio de la objetividad, claridad y exactitud en la información que transmite.

El ensayo

Es un escrito expositivo de extensión variable que expone pensamientos, reflexiones o tesis de un autor sobre un tema determinado pero sin la extensión ni el planteamiento sistemático de un tratado o de una monografía. Se utiliza para reflexionar sobre temas de carácter artístico o filosófico y para profundizar en aspectos y problemas que se derivan de las circunstancias de un momento histórico.
Aunque existen composiciones antiguas como los Diálogos de Platón, que estarían en la línea del ensayo, fue la obra del francés Montaigne Ensayos, en 1580, la que introdujo el término que designaría este género. En la literatura inglesa aparece a principios del siglo XVII y en el resto de Europa no se generaliza en su sentido moderno hasta la mitad del siglo XIX. Durante estos siglos se desarrolla con intensidad; muestra de ello son exponentes como Voltaire, Rousseau, Diderot, Unamuno, Azorín u Ortega y Gasset.
El ensayo periodístico surge en Inglaterra en el siglo XVIII con Defoe y Addison.

La argumentación

La argumentación y sus dimensiones

La argumentación consiste en defender una idea u opinión alegando una serie de razones que la apoyan. El propósito de la argumentación es convencer a alguien de la validez de una idea o persuadirlo para que adopte un determinado comportamiento. De ahí que en la argumentación sea posible distinguir dos dimensiones: una lógica, en la medida en que se aportan razones, y otra práctica, por cuanto la finalidad última es lograr la adhesión del receptor.
La argumentación tiene una gran importancia en la vida social; a ella acudimos continuamente para justificar nuestro comportamiento o influir en el de los demás. Veamos un ejemplo de argumentación:

La violencia es una conducta aprendida y nuestra cultura es una eficiente maestra. Un dato espeluznante: en más del 15 % de los vídeos musicales dirigidos a niños y adolescentes aparecen imágenes de niños armados.
Las escenas violentas que el niño ve por televisión «legitiman» la violencia del entorno.

José Antonio Marina

Elementos comunicativos de la argumentación

La argumentación se produce en una situación de comunicación peculiar, en la que hay que tener en cuenta tres elementos: el emisor, el destinatario y el modo de comunicación.
El emisor es la persona que lleva a cabo la argumentación. En ocasiones, el emisor permanece en el anonimato; es lo que ocurre, por ejemplo, en la mayoría de los anuncios publicitarios. La naturaleza del emisor, su prestigio o su descrédito, es un factor que añade o resta fuerza a la argumentación. El emisor se debe expresar de manera sencilla, ordenada y adaptada a las circunstancias en que se encuentra. El emisor tiene que exponer sus argumentos basándose en su experiencia personal y en la opinión de especialistas, intentando ser siempre objetivo.
El destinatario es la persona o grupo de personas a las que va dirigida la argumentación. El destinatario puede ser individual o colectivo, concreto (una persona conocida por el emisor) o genérico (un conjunto potencial de receptores a los que el emisor no conoce).
El modo de comunicación afecta a cuestiones como el carácter público o privado de la argumentación, la presencia o ausencia física del destinatario, la posibilidad de réplica por parte de este, etc.
La argumentación será eficaz en la medida en que el emisor consiga que el destinatario adopte el punto de vista defendido o bien modifique su comportamiento en el sentido deseado. Para ello, el emisor habrá de tener en cuenta tanto las características del destinatario como los factores relacionados con el modo de comunicación.

Los argumentos

La opinión que se sustenta recibe el nombre de tesis y las razones que se alegan en su defensa se denominan argumentos.
Para que la argumentación resulte eficaz, el emisor debe tener presentes las características y creencias de las personas a las que se dirige; solo así podrá conocer a qué argumentos son más sensibles. Además, estos deben estar relacionados con la tesis de tal modo que la aceptación de los argumentos conduzca a la aceptación de la tesis. En las argumentaciones es frecuente que el emisor se manifieste en su propio texto (mediante el uso de la primera persona, por ejemplo) y que se refiera directamente al destinatario con el fin de implicarle en el discurso.
No obstante, a veces el emisor prefiere dar a su argumentación una apariencia de objetividad y construye su texto en tercera persona.
Los argumentos se apoyan en unos valores, creencias o premisas que se suponen aceptados por la mayor parte de los miembros de la comunidad. Tales premisas compartidas reciben el nombre de tópicos y permiten clasificar los argumentos con arreglo a su contenido.
Entre los argumentos basados en tópicos, los siguientes se emplean con mucha frecuencia:

El argumento de la mayoría se basa en el tópico de la cantidad («Lo mayor o más numeroso es preferible a lo menor o menos numeroso»). Ejemplo:

La película ha tenido más de dos millones de espectadores, así que debe de ser muy buena.

El argumento de utilidad se basa en el tópico de lo útil («Lo útil es preferible a lo que no lo es»). Ejemplo:

Ayudar a los pueblos de África nos beneficiará a todos.

El argumento ético se basa en el tópico de la moralidad («Lo moral es preferible a lo inmoral»). Ejemplo:

Señores miembros y responsables de Europa, es a su solidaridad y a su bondad a las que gritamos por el socorro de nuestro pueblo.

El argumento hedonista se basa en el tópico del placer («Lo placentero es preferible a lo desagradable»). Ejemplo:

Playa Palmeras: el paraíso en la Tierra.

La fuerza de los argumentos

No todos los argumentos tienen el mismo poder de convicción. La fuerza persuasiva de un argumento depende de su consistencia interna y del grado de aceptación de la premisa en que se apoya. Un argumento es consistente cuando está bien construido y sirve para defender la tesis. En el siguiente enunciado, por ejemplo, se emplea un argumento consistente:

Fumar es perjudicial para la salud porque el tabaco origina muchas enfermedades.

No sería consistente, sin embargo, el argumento que se esgrime en este otro enunciado:

Fumar es perjudicial para la salud porque mi primo sufrió un accidente cuando iba fumando.

Estructura y recursos de la argumentación

Partes del texto argumentativo

Los textos de carácter argumentativo suelen disponer sus contenidos según un orden más o menos fijo, en el que se pueden distinguir tres apartados: la tesis, los argumentos y la conclusión. Para escribir un texto argumentativo primero hay que elegir un tema apropiado que se preste al debate. A continuación hay que informarse bien sobre él, organizando la información para poder establecer los distintos argumentos. Por último se tiene que preparar un guión y desarrollar las siguientes partes de manera diferenciada.
La tesis es la idea que se va a defender. Se enuncia, por lo general, al comienzo del texto. La idea que constituye la tesis debe ser potencialmente conflictiva, de modo que sea preciso defenderla.
Los argumentos son las razones que se arguyen para apoyar la tesis. Entre los argumentos y la tesis debe haber una relación de implicación, de manera que la aceptación de los argumentos lleve inmediatamente a asumir la tesis.
La conclusión es la parte final de la argumentación. En ella se recuerda la tesis y se resumen los argumentos.

Estructura del texto argumentativo

Por lo común, el texto argumentativo se atiene a una estructura en la que es posible distinguir cuatro partes:

Introducción. Tiene por objeto ganarse la confianza del destinatario y presentar el asunto del que se va a hablar. El siguiente ejemplo pertenece a la introducción de un discurso de Martin Luther King en favor de la igualdad de las personas con independencia de su raza:

Estoy orgulloso de reunirme con ustedes este día, que será, ante la Historia, la mayor manifestación por la libertad habida en nuestro país.

Exposición. Contiene la tesis y los hechos relevantes relacionados con ella. La tesis enunciada en su discurso por Luther King se puede resumir así:

Estados Unidos ha incumplido hasta ahora el compromiso contraído con los ciudadanos de color y ha llegado el momento de que se haga justicia.

Cuerpo argumentativo. Constituye la parte esencial del texto. En él se aducen los argumentos que sirven de apoyo a la tesis. En el discurso al que hacemos referencia, el cuerpo argumentativo se inició con el enunciado que se cita a continuación:

No habrá descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que al negro se le garanticen sus derechos de ciudadanía.

Conclusión. En esta última sección se suele reforzar la tesis y a veces se invita a los destinatarios a actuar en un determinado sentido. En el discurso de Luther King la conclusión comienza con el siguiente texto:

Entonces, resuene la libertad desde la cima de los montes prodigiosos de New Hampshire; resuene la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York; resuene la libertad desde las alturas de Pensilvania, desde las rocas nevadas de Colorado, desde las sinuosas pendientes de California.

Los recursos de la argumentación

En los textos argumentativos se emplean con frecuencia algunos recursos peculiares:
Los conectores de carácter causal (dado que, pues, por tanto...), que permiten vincular los argumentos con la tesis. Ejemplo:

La democracia constituye el mejor de los sistemas políticos, dado que permite una mayor participación de los ciudadanos.

Los ejemplos o analogías, que dan fuerza a las ideas y pueden constituir por sí mismos un argumento, por ejemplo:

El lugar social que ocupa hoy la mujer no ha tenido parangón en el pasado.

Las fórmulas para implicar al receptor, que a veces se manifiestan en el uso de verbos en primera persona del plural (Todos sabemos que...) o en segunda persona (Debéis manifestar vuestras ideas...).

La argumentación y la contraargumentación

La tesis es una opinión que se sustenta sobre unos argumentos; y, como es natural, puede haber personas que no compartan esa opinión o alguno de esos argumentos. Esa situación da origen a réplicas en las que una o varias personas intentan rebatir la tesis que otra persona mantiene o los argumentos aportados para defenderla.
Los mecanismos más frecuentes para refutar un argumento consisten en mostrar la falta de validez o de consistencia de ese argumento, o en oponerle un argumento que tenga un peso mayor.

Los mecanismos de la contraargumentación

Entre los procedimientos que se emplean para contrarrestar los argumentos contrarios se cuentan los siguientes:

Mostrar los errores de carácter lógico del argumento contrario:

Eso no es un argumento; es una expresión de fe.

Hacer concesiones parciales para refutar luego los puntos esenciales. Ejemplo:

Maddox hace un trabajo excelente al revisar en su nuevo libro algunas de las grandes incógnitas que todavía quedan. Pero John no se plantea nunca seriamente la posibilidad de que no haya respuesta para algunas de esas preguntas.

Reducir al absurdo el argumento contrario, situándolo en un contexto en el que resulte claramente ineficaz o ridículo.

Entonces, según su opinión, ¿una gestión incontrolada de los residuos tóxicos sería realmente beneficiosa para el entorno?

Los textos dialogados

Características de los textos dialogados

El teatro es el género literario que se basa en el diálogo por antonomasia.
Aunque el diálogo es propio de la lengua oral, sí aparece normalmente en los textos escritos, cuando el autor se esconde detrás de sus personajes y deja que se expresen libremente, sin mediación del narrador. Esto puede ocurrir en fragmentos de una narración, descripción, exposición, o en otros textos en los que el diálogo sea casi exclusivamente la única forma de escritura, como en las obras teatrales, por ejemplo.
Sirviéndose del diálogo, los personajes reproducen la lengua oral dotando a lo escrito de la espontaneidad y la expresividad de una conversación hablada.
Las principales características de estilo que se pueden encontrar en un texto dialogado son:
Naturalidad: reproduce la forma del habla de cada persona. Por lo tanto, nos podemos encontrar con diálogos en los que se utiliza un lenguaje coloquial, infantil o incluso vulgar, dependiendo de los personajes que hablen y su caracterización.
Agilidad: construye un ritmo conversacional mediante expresiones cortas y dinámicas, igual que sucedería en una conversación entre personas.
Expresividad: selecciona intervenciones que revelen las particularidades de cada hablante.
El diálogo escrito intenta, por tanto, recrear la espontaneidad de las conversaciones orales a través de pausas y de una alternancia verosímil de la palabra que nos permita inferir la mayor cantidad de información de los hablantes, con o sin la ayuda del narrador, como ocurre en el siguiente ejemplo sacado de una novela de Max Aub:

José, que nunca andaba por las ramas, le preguntó:
¿Quieres ser mi novia?
No.
¿Por qué?
Me das miedo.
Te juro que no te tocaré un pelo de la ropa.
Mi ropa no tiene pelos.
Hablo en serio. Soy capaz de hacer cualquier cosa por ti.
¿Hasta de pegarle a Guillermo? (Guillermo: un cadete.)
Sí. Y de llevarme por delante a quien sea.
Chico, ¡qué fuerte te ha dado!
No lo sabes. No hago más que pensar en ti, de día y de noche.

La calle de Valverde, Max Aub.

Hay varias formas de introducir un diálogo entre los personajes de un texto narrativo. Podemos hablar de tres formas o estilos diferentes de diálogo que dependen del grado de intervención del narrador, según se recogen a continuación.

Estilos de diálogos. Ejemplos:

Directo: reproduce literalmente las palabras de los personajes que intervienen.           

-¡No te puedo creer! -exclamó Luis. -Así es, no le des más vueltas -intentó tranquilizarle su tío.

Indirecto: los personajes hablan a través del narrador.  

En ese momento Inés le preguntó con rabia qué pensaba hacer con todo ese dinero.

Indirecto libre: el narrador expresa sentimientos o pensamientos que fluyen por la mente de los personajes sin mencionarlo explícitamente.

Una vez más Roberto se hizo la eterna promesa de no volver a regocijarse en la desgracia ajena, pues en el fondo temía que algún día fuera él quien sufriera el castigo.

Tipos de textos dialogados

En literatura también se recurre al diálogo como medio exclusivo e independiente para que los personajes intervengan reflejando la realidad que el autor quiere representar, como ocurre en el teatro, la prosa dialéctica o el guión de cine:

SRA. TEPÁN. (A ZEPO.) Y en la trinchera, ¿qué hace usted para distraerse?
ZEPO. Yo, para distraerme, lo que hago es pasarme el tiempo haciendo flores de trapo. Me aburro mucho.
SRA. TEPÁN. ¿Y qué hace usted con las flores?
ZEPO. Antes se las enviaba a mi novia. Pero un día me dijo que ya había llenado el invernadero y la bodega de flores de trapo y que si no me molestaba que le enviara otra cosa, que ya no sabía qué hacer con tanta flor.
SRA. TEPÁN. ¿Y qué hizo usted?
ZEPO. Intenté aprender a hacer otra cosa, pero no pude. Así que seguí haciendo flores de trapo para pasar el tiempo.
SRA. TEPÁN. ¿Y las tira?
ZEPO. No. Ahora les he encontrado una buena utilidad: doy una flor para cada compañero que muere. Así ya sé que, por muchas que haga, nunca daré abasto.
SRA. TEPÁN. Pues ha encontrado una buena solución.
ZEPO. (Tímido.) Sí.

Pic-nic, Fernando Arrabal

Como podemos ver, el diálogo es el principal componente de las obras dramáticas o el teatro. La acción avanza, por tanto, gracias a los diálogos propiciados por los personajes, cuyo nombre precede cada una de sus intervenciones, y en ocasiones se apoya en pequeñas descripciones de las escenas, llamadas acotaciones.
Hay además otras formas de textos dialogados con características muy diferentes al teatro. Se trata de la dialéctica o el diálogo en sí, como género literario. Este género, muy prolífico durante la Edad Media y el Renacimiento, adopta la forma de diálogo para hacer exposiciones argumentativas o debates entre varios personajes con intención didáctica sobre un tema determinado:

VALDÉS. ¿De qué os reís?
MARCIO. Ríome de ver quán contra vuestra voluntad os hazemos hablar en estas niñerías, y huélgome de considerar la paciencia con que las tratáis.
VALDÉS. Dexad hazer, que algún día también yo me reiré de vosotros, o mal mandarán manos.
MARCIO. A vuestro plazer, siempre me precié de tomar fiado. Agora me decid por qué unas vezes escribís a con h y otras sin ella.
VALDÉS. Por hazer diferencia de quando es verbo o quando es preposición, y así siempre que es verbo la escribo con h.

Diálogo de la lengua, Juan de Valdés

Los textos epistolares

El estilo epistolar

Epístola es una palabra de origen latino cuyo sinónimo es carta. Es, por tanto, una forma de expresión escrita que se corresponde con un uso del lenguaje práctico, aunque también haya derivado en un género literario. Los textos epistolares por lo común están escritos alternando la primera y la segunda persona del singular.
A través de una carta podemos saber el nivel cultural de los interlocutores, su personalidad y el tipo de relación que guardan entre ellos. En el siguiente ejemplo, una carta del poeta peruano César Vallejo, podemos deducir que su interlocutor es un familiar cercano:

Son las dos de la mañana, hora en que fue interrumpida mi labor en escribir mi tesis de Bachiller, para escribirte estas líneas. Estoy triste, y mi corazón se presta en esta hora a recordar con hondo pesar de ti, de la familia, de dulces horas de eterna hermandad y de alegres rondas en medio de la noche lluviosa. ¡Estoy triste, muy triste! Hoy mi vida de estudio y meditación diaria, es qué distinta de la vida disipada de la sierra. Aquí mis horas son contadas y me falta tiempo para vivir laborando por nuestro porvenir. Antes, ahí me levantaba a las once, hoy antes de las seis, cuando aun raya el día estoy en pie, en mi habitación solitaria, solito con mis libros y mis papeles. Y bajo la frente pensando que si es cierto que ya no estoy en mi Santiago, en el seno de los míos, que ya todo eso pasó, pero volveré alguna tarde de enero caminito a mi tierra, mi querida tierra.

Carta a su hermano, César Vallejo

Podemos entender la epístola como una variante de conversación oral en forma escrita. Por eso el estilo epistolar destaca por su espontaneidad, naturalidad, sinceridad, cortesía y afecto. En ocasiones encontramos cartas intercaladas en medio de narraciones literarias para presentar una serie de hechos de manera distinta, sin la necesidad de la intervención del narrador. Ejemplo:

Al día siguiente, Ruti recibió una carta. Al ver la letra con su nombre en el sobre, palideció y lo rasgó, con mano temblorosa. Aquella carta debió de echarla su tío al correo antes de suicidarse, al salir de su habitación. Ruti leyó:
Querido Ruti: Sé muy bien que no estoy enfermo, porque no sentía ninguno de los dolores que te dije. Después de tu reconocimiento consulté a un médico y quedé completamente convencido. No sé cuánto tiempo habría vivido aún con mi salud envidiable, porque estas cosas, como tú bien dices, no se saben nunca del todo.

El árbol de oro y otros relatos, Ana María Matute

Como hemos visto, la carta, aparte de tener una finalidad eminentemente práctica, puede usarse también con un sentido comunicativo más expresivo dentro del ámbito literario.
El sistema de comunicación por carta se ha transformado radicalmente en los últimos años. Actualmente el teléfono o el fax y, especialmente Internet, gracias al sistema de envío de mensajes mediante el correo electrónico, han sustituido en gran medida a la carta.

Tipos de carta y características

Amistosa             Estilo desenfadado, lleno de confianza y agrado, según el grado de intimidad que se tenga con el destinatario.
Comercial           Tiene estructura fija. Estilo breve y cortés.
Divulgativa         Dirigida a un público amplio, aparece en periódicos, revistas u otro tipo de publicaciones.
Familiar                Manifiesta cariño y afecto a un familiar.
Informativa        Se usa para comunicar decisiones, convocatorias, acuerdos...
Literaria               Reflejo de los sentimientos y sensaciones del autor o de alguno de los personajes de una obra literaria.
Social    Comunicaciones sobre actos sociales, participaciones de eventos, invitaciones...
Agradecimiento               Las ideas que se deben expresar en esta carta son admiración, gratitud o elogio a un favor realizado.
Felicitación         Se envía con motivo de un aniversario, cumpleaños o un feliz acontecimiento.
Pésame               Escrito motivado por el fallecimiento de alguien cercano al destinatario.

Existen diferentes tipos de carta según su propósito, el contenido o la persona a la que va dirigida. Cada tipo de carta se caracteriza por un uso particular del lenguaje. Para empezar se debe seleccionar el tratamiento que daremos al destinatario: la elección del pronombre de segunda persona más adecuado (tú o usted) o el grado de cortesía en el texto nos pueden informar del tipo de relación que existe entre los interlocutores. En cartas comerciales o informativas se debe cuidar con especial atención la expresión y la distancia entre remitente y destinatario. Por el contrario, en las cartas familiares o amistosas hay una gran espontaneidad, pues se usa una forma de lenguaje eminentemente coloquial. Las cartas de tipo literario y las epístolas son composiciones de carácter poético, su lenguaje se caracteriza por enfatizar la experiencia estética y sugerir emociones. Con frecuencia tienen un fin didáctico o moralizador, tal como se aprecia en el siguiente ejemplo:

He logrado quedarme en España después del regreso de nuestro embajador, como lo deseaba muchos días ha, y te lo escribí varias veces durante su mansión en Madrid. Mi ánimo era viajar con utilidad, y este objeto no puede siempre lograrse en la comitiva de los grandes señores, particularmente asiáticos y africanos. Estos no ven, digámoslo así, sino la superficie de la tierra por donde pasan; su fausto, los ningunos antecedentes por donde indagar las cosas dignas de conocerse, el número de sus criados, la ignorancia de las lenguas, lo sospechosos que deben ser en los países por donde caminan, y otros motivos, les impiden muchos medios que se ofrecen al particular que viaja con menos nota [...] Con esto respondo a las muchas que me has escrito pidiéndome noticias del país en que me hallo. Hasta entonces no será tanta mi imprudencia que me ponga a hablar de lo que no entiendo, como lo sería decirte muchas cosas de un reino que hasta ahora todo es enigma para mí, aunque me sería esto muy fácil.

Cartas marruecas, José de Cadalso.

La prescripción

Características de la prescripción

El lenguaje prescriptivo es el que se utiliza en las instrucciones y las normas. La intención comunicativa más importante de los textos prescriptivos es lograr que el destinatario realice una acción o tenga un determinado comportamiento. Por eso las instrucciones o normas deben ser sencillas, precisas y claras. Es muy importante que el receptor entienda exactamente lo que el emisor le dice, sin posibilidad de que pueda haber ambigüedades o diversas interpretaciones.
Algunos textos prescriptivos consisten en órdenes o normas mediante las cuales se pretende regular la conducta de las personas. El texto siguiente, por ejemplo, está constituido por un conjunto de normas que regulan la convivencia en un campamento:

Normas para convivir en un campamento

1. Tratar con respeto a los compañeros y ayudarlos en caso de necesidad.
2. Cumplir con puntualidad los horarios previstos.
3. Cuidar el material y las instalaciones.
4. Seguir las instrucciones que den los monitores.

Otros textos prescriptivos tienen como finalidad informar a una persona de cómo debe llevar a cabo una determinada tarea. En estos casos hablamos de instrucciones. A diferencia de lo que suele ocurrir con las órdenes o normas, en el caso de las instrucciones es fundamental el orden en que se enuncian, pues solo si se sigue ese orden se ejecutará correctamente la tarea a la que se refieren. En el siguiente ejemplo se dan una serie de instrucciones para tomar un medicamento:

Instrucciones de administración

1. Rompa la cabeza de la ampolla por la línea roja.
2. Vierta el contenido de la ampolla en un vaso con un poco de agua.
3. Remueva el líquido con una cucharilla.
4. Deje reposar el preparado durante cinco minutos antes de ingerirlo.

Cómo se hace una prescripción

El lenguaje empleado en un texto prescriptivo ha de ser preciso y a la vez comprensible. Es importante, sobre todo en el caso de las órdenes o normas, que el receptor comprenda exactamente qué es lo que se le manda o prohíbe, dado que del incumplimiento de la prescripción se pueden seguir consecuencias graves.
Conviene dedicar a cada orden o instrucción un apartado independiente y numerar cada parte para facilitar así las posibles referencias posteriores. Ejemplo:

En la norma número seis se habla de la higiene personal.

Las fases de un proceso

En aquellos textos en los que se explica el proceso que ha de seguirse para hacer una determinada tarea, la información se organiza según el orden en el que se suceden las distintas fases o pasos de que consta el proceso. Ejemplo:

Para grabar en vídeo un programa de televisión, hay que pulsar primero la tecla «Menú» y elegir el apartado «Programar»; después, se seleccionan el canal deseado y la hora de inicio y final de la grabación; por último, se selecciona la opción «Salir» del menú.

En este texto, las fases de que consta el proceso de grabación de un programa de televisión en un vídeo quedan marcadas por las palabras o expresiones primero, después y por último.

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