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lunes, 12 de septiembre de 2016

Actividades para 4to Año (13/9/16)

Lee el texto argumentativo "El sol y el viento, para mover al país y a Córdoba" que figura  en los contenidos para Cuarto Año.


Responde:
1. ¿Qué opinión tiene el autor?
2. ¿Qué recursos argumentativos son utilizados en el texto?
3. ¿Cuál es tu opinión personal?





Grafiti - Julio Cortázar

A Antoni Tàpies


    Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.

    Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo; quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.

    Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.

    Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien como si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas.

    Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer de un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garage, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.

    Casi en seguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garage, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garage y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.

    Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante como para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.

    Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más a morderte las manos, a pisotear tizas de colores antes de perderte en la borrachera y en el llanto.

    Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste el placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garage. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.

    Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.

Texto argumentativo

El sol y el viento, para mover al país y a Córdoba

Si la política y la economía lo quisieran, el mundo podría moverse con la potencia de los vientos y el sol. Un ejemplo ilustrativo es el cálculo de Land Art Generator Initiative. Estimó que se necesitaría llenar con paneles solares 496 mil kilómetros cuadrados de la superficie terrestre (apenas el 0,33% del suelo planetario) para cubrir la demanda energética prevista para 2030.
‘Un cuarto de esa infraestructura debería instalarse en el desierto del Sahara, donde la radiación solar es altísima. Esos poco más de 100 mil kilómetros cuadrados de paneles serían suficientes para alimentar a Europa y al norte de África.
El potencial de las energías renovables en Argentina es enorme. El 70 por ciento del territorio nacional es apto para la implementación de proyectos eólicos.
Durante al menos cinco meses al año hay condiciones óptimas para emprendimientos de energía solar en casi todo el país.
La Patagonia es la capital mundial del viento, y en el noroeste argentino la potencia del sol es arrasadora. A pesar de que no está en ninguna de estas dos regiones, Córdoba tiene lugares muy buenos para aprovechar este recurso.
Ezequiel Leiva y Ramiro Rodríguez, investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba, calcularon que un parque eólico de 1.600 kilómetros cuadrados (tres veces el departamento Capital) en la zona de Achiras cubriría la demanda energética del sector de transporte de Córdoba.
Lo que ocurre es que el sol y los vientos no están siempre. Se necesita almacenar y distribuir esa energía producida. Leiva y Rodríguez piensan en una economía del hidrógeno. Este elemento puede usarse como un vector energético, porque es una sustancia capaz de almacenar energía para poder liberarla en forma controlada.
Entonces, con el viento se podría producir hidrógeno a partir del agua. Y este gas podría distribuirse en estaciones de servicio, como en la actualidad ocurre con el GNC.
De hecho, estos vehículos necesitarían sólo una pequeña adaptación para funcionar con hidrógeno. Las ventajas son tan infinitas como lo son y serán los vientos patagónicos.
Por extraordinario que parezca, la ciencia ha demostrado que esto es posible. Claro, si la política y la economía lo quisieran.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Ejercicio de coherencia y cohesión


Modificar el siguiente texto siguiendo las reglas de coherencia y cohesión:


Fabiana se despierta todos los días a las 6 de la mañana para ir a trabajar. El martes, Fabiana se levantó como todos los días para ir a su trabajo. A las 6: 05 hs Fabiana ya se encuentra en el baño lavándose los dientes, de arriba hacia abajo, muchas veces. Después, Fabiana va a la cocina de la casa, y una vez en la cocina de la casa, prende la cafetera para hacerse un café. Agarra, una cucharita y la azucarera, la pone arriba de la mesa, y después se acerca a la mesa y toma el café. Cuando Fabiana termina el café, deja en la pileta de la cocina la cucharita y la taza. Después, Fabiana sale de la casa. Fabiana camina hacia la esquina en la que todas las mañanas toma el colectivo que la deja en el trabajo. Pero ese día, Fabiana ve que el colectivo que la deja todos los días en el trabajo se está yendo, entonces Fabiana no sabe qué hacer. Pasan otros colectivos, pero ninguno es el que lleva a Fabiana a su trabajo. Entonces, Fabiana agarra el celular que tiene en la mochila, y empieza a marcar los números de su trabajo, una voz dice a Fabiana que no tiene crédito para realizar esa llamada. Entonces, Fabiana se preocupa y piensa que no sabe qué hacer, porque en el trabajo le van a decir algo si llega tarde, Fabiana piensa en tomar un remís, pero no tiene plata para tomar un remís. Entonces Fabiana se da cuenta de que no puede hacer nada. Fabiana se queda esperando que llegue el colectivo que la lleva a su trabajo. Y Fabiana se preocupa porque sabe que en el trabajo le van a hacer problema por llegar tarde al trabajo sin avisar que llegaba tarde.

sábado, 10 de septiembre de 2016

El avaro, análisis literario


Las de Barranco, teatro de Morón


Otelo, teatro leído




Yerma, adaptación para estudiantes





Descargar "Yerma"

Descargar "Otelo"

Descargar "Las de Barranco"

Descargar "El avaro"

Consignas 3ro "B" TP N°2 - Texto "El caballero de la armadura oxidada"


1) ¿Cómo reconoció el caballero a Merlín?

2) ¿Qué clase de bebida había en la copa de plata que Merlín le da al caballero?

3) Merlín y el caballero hablan de dos senderos. ¿A dónde conduce cada uno? Explica y desarrolla.

4) ¿Cómo se llamaban los tres castillos del Sendero de la Verdad?

5) Explica en un máximo de 15 renglones lo que sucedió la primera mañana que el caballero despertó en el Sendero de la Verdad.

6) a) Buscar sinónimos para las siguientes palabras:
1) esperar
2) aceptar
b) ¿Cuál es la diferencia de significado entre las mismas?



Descargar "El caballero de la armadura oxidada"


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  "El caballero de la armadura oxidada"

martes, 6 de septiembre de 2016

Los pronombres

Los pronombres posesivos: dan una idea de posesión o pertenencia. Cumplen función de adjetivo.


Primera Persona
Singular  

Plural
Mi /mío /mía

Mis /míos /mías
Nuestro / nuestra

Nuestros / nuestras


Segunda
Persona

Singular


Plural

Tu / tuyo/ tuya


Tus/tuyos /tuyas

Vuestro /vuestra


Vuestros / vuestras

Tercera
Persona

Singular

Plural

Su / suyo /suyas

  Sus /suyos / suyas


Los pronombres demostrativos: indican la distancia del hablante con lo señalado. Cumplen función de sustantivo, adjetivo o adverbio.



Distancia

Sustantivo

Adjetivo

Adverbio

Cercana

este / esta / estos / estas / esto

este/ esta / estos / estas

aquí / acá


Media

ese / esa / esos / esas / eso

ese / esa /esos /esas

ahí


Lejana

aquel / aquella / aquellos / aquellas / aquello

aquel/ aquella / aquellos / aquellas

allí / Allá