Interesante comentario acerca de la novela Frankestein de Mary Shelley extraído del sitio:
Anoche terminé de leer el libro: “Frankenstein o el Moderno
Prometeo”, también conocido como “Frankenstein” a secas; de la escritora
londinense Mary Shelley.
Quedé completamente sorprendido. Cuando uno escucha hablar
de la novela, se imagina a un científico loco, que crea un humanoide dotado de
vida gracias a la electricidad, el cual, fuera de control destruye todo a su
paso sembrando el terror en la población.
Pero esta novela, de fuerte carácter gótico, cuya primer publicación
data del año 1818, es todo lo contrario a un relato de terror convencional. Es
un triller psicológico mucho más profundo. A lo largo de todo el desarrollo nos
plantea cuestiones para reflexionar, como la ética profesional, los límites de
la ciencia, el lado perverso de los adelantos científicos, la necesidad de
conocer a nuestro creador, descubrir quienes somos y por qué estamos aquí, la
importancia de amar, ser amados, tener una familia…
La novela se ubica en el primer tercio del siglo XIX. Víctor
Frankenstein es un joven que emprende la tarea de descubrir el elixir de la
vida, influenciado por alquimistas de su
tiempo. Luego de reflexionar sobre un episodio en el cual Víctor ve un árbol
golpeado por un rayo, abandona la alquimia y se dedica a estudiar química en la
Universidad de Ingolstadt.
Imitando al titán Prometeo, en su laboratorio crea,
utilizando partes de cadáveres humanos, una criatura de proporciones
sobrenaturales, fuerza sobrehumana y apariencia repugnante. Luego, mediante un
proceso que no se describe pero que se relaciona con la química, lo dota del
aliento de vida.
Horrorizado al reflexionar en lo que ha hecho, Víctor escapa
de su laboratorio, obligándose a creer que lo que ha creado es sólo una pesadilla.
Pero, por el contrario, cuando regresa, cae en la terrible realidad: su
creación se ha ido.
Allí comienza el verdadero drama, dado que la criatura (Que
en ningún momento recibe un nombre de parte de su creador) no nace con maldad y
sed de destrucción, sino que, por el contrario, tiene un espíritu inquisitivo y
bondadoso, un carácter generoso que lo mueve, por ejemplo, a ayudar desde el
anonimato y mediante sus habilidades físicas, a una familia muy pobre que
desconoce su existencia.
Esta criatura, mediante sus reflexiones, demuestra su
necesidad de ser reconocido como individuo, pertenecer e incluso, formar una
familia. Este proceso, en un principio lo va “humanizando”. Pero el paso del
tiempo y el entorno va deteriorando la personalidad de este ser, corroyéndola
de manera permanente, torturándolo y convirtiéndolo en un ser perturbado y
resentido profundamente por el abandono y el trato que recibe de la sociedad
que lo excluye por su escalofriante y horroroso aspecto, sin importar sus
innatas buenas cualidades. Allí aumentan los conflictos morales de la criatura
y de su creador, colmando la novela de diálogos lacerantes, que nos llegan al
alma y nos obligan a reflexionar en cómo la sociedad actúa forjando nuestra
personalidad.
En resumen, la Criatura de Shelley sigue la teoría de que el
hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe.
Llama la atención la diferencia entre lo que estamos
acostumbrados a ver y lo que describe el libro. Nosotros conocemos al monstruo
llamado “Frankenstein”, pero en la novela en ningún momento su creador le
asigna un nombre. Sólo lo llama “criatura”, “ser diabólico”, “demonio”, etc.
También difiere mucho la descripción y las habilidades
físicas del humanoide. Por ejemplo, estamos acostumbrados al Frankenstein
tieso, de movimientos lentos, sin articulaciones, con la cabeza cuadrada y el
pelo cortito. Sin embargo, en la novela
se lo describe como un ser extremadamente fuerte, ágil, de movimientos muy
veloces, capaz de soportar los climas más rigurosos. Su rostro es
verdaderamente atemorizante y su cabello es largo. Posee cualidades magníficas,
sabe leer, es muy elocuente y extremadamente convincente al momento de
expresarse. Cabe destacar que tampoco el laboratorio donde “nace” esta criatura
está en un castillo. En el relato no se profundiza en las ciencias, en el
desarrollo del experimento y en ningún momento se indica que la chispa que da
la vida al monstruoso personaje sea por la electricidad producto de un rayo.
La historia original que relata “Frankenstein o el moderno
Prometeo” no es un cuento de terror. Nada tiene que ver con la historia del
Frankenstein que conocemos de la TV o de posteriores adaptaciones. El prejuicio
que podamos tener es el peor enemigo de esta obra.
Si, sin dudas. Te recomiendo enfáticamente leer el libro.
Algunos pasajes y diálogos pueden resultar lentos, un tanto densos o tediosos,
pero es parte del estilo romántico que imperaba en la época en que se escribió.
De todas formas, ese detalle no opaca de ninguna manera el placer de leer un
clásico como este. Tomate tu tiempo para hacerlo.
Un detalle interesante es que ha sido catalogado como el
primer libro de “Ciencia Ficción”.
Es lamentable que, como mencioné ya, nos hayan metido en la
cabeza mediante la TV, cine y otros medios, un Frankenstein que no se ajusta en
nada a la historia original. No es un libro muy largo y, al menos yo, no me
esperaba el desenlace que se sucede para dar el cierre a la obra. La parte
final del libro resulta apasionante y literalmente, llegada esa parte no podés
dejar de leer y leer hasta terminar.
Por mi parte, quedé gratamente sorprendido. Como todos los
escritos de esa época nos deja una “moraleja no expresada” , algo en que
pensar: La soledad, los prejuicios, la naturaleza del hombre, la degradación
moral.
Si no lo has leído,
es una buena oportunidad. Si ya lo leíste, me gustaría que nos comentes
que te pareció. Eso puede ayudar a otros a decidirse a leer este gran Clásico
de la literatura mundial.
Te espero en los comentarios.
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