"Mi casa atraía gente, a mis amigos. En mi casa vivió
mi abuelo materno, un italiano carpintero, muy trabajador, a quien yo, con el
tiempo, le robaría algunos tics para ’La Nona’. Pero no por su manera de vivir,
porque él crió siete hijos, casi todos maestros de escuela. También vivieron
allí dos tíos que tuvieron gran influencia sobre mí porque me trajeron la
cultura, el libro, la música. Siempre fui un escucha de música clásica. [...]
Yo tenía dos amigos con los que, al regresar de jugar al fútbol, nos íbamos a
mi casa a escuchar la Sexta Sinfonía de Tchaikovski, que era lo que más nos
gustaba", comentó en una entrevista realizada por Enrique Arrosagaray, en
Perfil, en junio de 1998.
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