El teatro es un género literario en el que se plantea un
conflicto entre personajes mediante la acción y el diálogo. Al no haber narrador, es preciso
introducir acotaciones que informen acerca de la representación.
La palabra teatro (que significa en griego lugar para mirar,
mirador, visión) tiene varias acepciones: es el texto cuyo argumento desarrolla la
obra teatral en la escena, y es la representación de este texto por actores,
frente a un público y en un lugar destinado para ese fin. Este mundo ficticio
va cobrando cuerpo durante la realización de la obra.
Pero además, toda representación teatral es en sí un hecho
social porque nace de la necesidad de expresión que tiene una comunidad. La obra de
teatro ha sido creada con vistas a la acción, para cumplirse en un escenario y frente
a un público. Y este elemento, “el público”, es fundamental y necesario para que el hecho
“teatro” se cumpla en su totalidad.
Un notable pensador español, Ortega y Gasset, lo definió como
género visionario porque, además de literatura, es espectáculo.
La obra teatral se crea para ser representada, pero también
puede ser leída en voz alta, y a eso se le llama lectura dramatizada. En una lectura
dramatizada, los distintos lectores encarnan a los personajes de la obra y transmiten a
los oyentes sus palabras y emociones.
Es importante leer detenidamente las acotaciones, pues son
de gran ayuda para transmitir el sentido del texto.
Clasificación de las obras teatrales
Las obras teatrales se pueden clasificar en mayores y
menores. Entre las mayores podemos encontrar la tragedia, la comedia y el drama.
Tragedia: Obra extensa, de tono solemne, tema serio,
personajes elevados y final desgraciado. Por ejemplo: “Romeo y Julieta” de Shakespeare.
Comedia: Obra de cierta extensión que carece de solemnidad.
Su tono es satírico, el tema popular, los personajes comunes y el desenlace grato, feliz.
Por ejemplo “La dama boba” de Lope de Vega.
Drama: Obra que combina lo desgraciado con lo feliz.
Presenta un conflicto doloroso y lo sitúa en la realidad, con personajes menos grandiosos que
los héroes trágicos y más cercanos a la humanidad corriente. Emplea todos los tonos,
desde el más humilde hasta el más elevado, el desenlace puede ser feliz o trágico. Por
ejemplo: “La vida es sueño” de Calderón de la Barca.
Entre los géneros menores podemos encontrar, entre otros:
Zarzuela: Representación con diálogos dinámicos y picarescos
y con canciones. Divierte al espectador; busca el efecto con música y color. Por ejemplo:
“La verbena de la paloma” de Ricardo de la Vega.
Sainete: Representación que mezcla lo absurdo y lo cómico.
El tema es serio porque muestra una situación social o la angustia de un personaje.
Si bien se dan algunos juegos de palabras que pueden hacer reír, la densidad de la obra
provoca perplejidad y angustia en el espectador, y lo invita a reflexionar. Por ejemplo: ”Mateo”
de Discépolo.
El sainete es una pieza breve de tipo cómico o tragicómico
basada en la caricatura del costumbrismo urbano. El sainete es una de las expresiones
que reflejan de manera más original la identidad de la cultura porteña en la etapa de
mayor afluencia inmigratoria.
A diferencia del sainete, el grotesco criollo fusiona
íntimamente lo cómico y lo dramático y, de este modo, logra que el espectador ría y llore
simultáneamente, al experimentar el placer de la risa y el dolor de la tragedia.
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